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Síndrome "Estar quemado"

Actualizado: 20 ene 2020


Sudores, palpitaciones, respiración acelerada… Esto es lo que ocurre después de haber vivido una situación de miedo intenso. Frente a una situación traumática el sistema nervioso desencadena una cascada de reacciones químicas que escapan a cualquier tipo de control. Así viene ocurriendo desde hace milenios, y desde entonces la biología del ser humano no ha cambiado mucho. De este modo, al igual que les ocurría a nuestros antepasados los cazadores recolectores cuando eran atacados por un depredador, ante una situación estresante es la parte ancestral del cerebro, la conocida como reptiliana, la que asume inmediatamente el control de la situación. Esta región del sistema nervioso está especializada en la gestión de las funciones y necesidades vitales: respirar, alimentarse y reproducirse, así como en los comportamientos primitivos de protección y conservación del individuo y de la especie. Frente a un peligro, ya sea real o subjetivo, esa parte del cerebro es la que va a generar la necesidad de huir o de atacar. Pero, ¿cómo lo consigue? : Ordena la liberación de azúcar en sangre y, gracias a la secreción de adrenalina y sus derivados, aumenta la frecuencia cardíaca y respiratoria. Junto a ese chorro de adrenalina el cerebro pide a las glándulas suprarrenales que liberen cortisol, una hormona que permite movilizar la energía del cuerpo. Ello consigue que la grasa se transforme en energía para tener a punto una posible reacción muscular. De este modo la sangre se desvía automáticamente a los músculos, que están listos para pasar a la acción. Se trata de una situación de emergencia en la que, en cuestión de un segundo, gracias a la suma de azúcar y oxígeno, el cuerpo dispone de más “carburante”, y en la que también se segregan hormonas como la dopamina(placer), la serotonina (bienestar) y las endorfinas (relax), para que cuando la situación de estrés remita se pueda poner fin a toda la tensión generada dentro del organismo. Así, una vez pasado el peligro, el nivel de estas hormonas se normaliza y todo vuelve a estar en orden. La repetición de una situación de estrés o la multiplicación de sus causas tiene por efecto, en un primer momento, la sobreproducción y explotación de las hormonas dedicadas al estrés. Y posteriormente, lo que es aún más grave, hace que se agote la capacidad del cerebro de fabricar esas mismas hormonas. De este modo la respuesta al estrés por parte del organismo no funciona correctamente, lo que hace que se corra el riesgo de caer en el síndrome de “estar quemado” (cuando se vive en una situación de estrés continuo). Y cuando una situación de estrés se alarga es cuando comienzan los verdaderos problemas.

Con este resumen, quiero que conozcas un poco más a fondo el funcionamiento de nuestra "maquinaria perfecta", y así ser mas consciente de que nuestro combustible es finito y por tanto valiosísimo. Controla tú nivel de estrés y todo tu cuerpo te lo agradecerá. Si me necesitas, cuenta conmigo.

Centro luri acupuntura y Naturopatía. Zaragoza


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